Los que en su tiempo jugaron con las chapas y la peonza, aquella generación de Melrose place o Sensación de vivir, los estudiantes de BUP y COU, todos aquellos tienen algo en común: aparte del Windsor, echan algo en falta, los jueves de Madrid.
Con el objetivo de dinamizar la actividad económica y retomar “esa magia” se inició la campa de “Vuelven los jueves madrileños”. Una semana después de su finalización, hemos podido hablar con Vicente Pizcueta portavoz de Noche Madrid y coordinador de la Plataforma por el Ocio, el turismo y la hostelería de Madrid.
Según le preguntamos por el desarrollo de la iniciativa nos cuenta que “ha sido un éxito”. “Son precisamente este tipo de campañas las que se necesitan para reactivar la imagen de Madrid a partir de elementos tan propios y singulares como es la vida nocturna”.
Efectivamente, “Madrid es un referente mundial” cuando se trata de disfrutar del ocio nocturno. A pesar de que el tiempo de Alaska y Los Pegamoides, el del Rock-Ola, o aquel en el que comenzábamos a ver las primeras películas de Almodóvar haya quedado atrás, su esencia sigue aferrada a ciertas zonas de Madrid. Justamente se trata de recuperar ese espíritu de “recuperar la movida madrileña como idea que aun sigue vigente”.
Pero incluso aunque se haya perdido parte de la intensidad de esos días, la ciudad del oso y el madroño sigue siendo “la principal capital europea de la noche y continua atrayendo a miles de visitantes anualmente a la capital”. Incluso, según uno de los últimos estudios, el ocio nocturno “es el primer factor de elección para 94 millones de turistas europeos de entre 20 y 35 años”.
En este contexto, no tenemos nada de lo que avergonzarnos. No sólo somos un destino lúdico, sino que “contamos con una de las mejores ofertas de Europa en gastronomía, ocio nocturno y patrimonio cultural”. Amplia y diferenciada: en la capital suman “unos 4000 establecimientos” dedicados a este sector. Con semejante número, no es de extrañar que, cuando se habla de pasárselo bien en Madrid, existan opciones “para todos los gustos: desde la vanguardia más radical a lo más convencional”.
Asuntos como el botellón, los lateros o la falta de control por parte de la administración forman pues “ la asignatura pendiente” en este campo. A este respecto, y refiriéndose a estos fenómenos que han deteriorado deterioraron la imagen de la noche madrileña, destaca que los esfuerzos públicos y privados, son el camino y la garantía para ofrecer un ocio nocturno que aúna “calidad, control y seguridad”.
Durante un tiempo “se ha vivido de espaldas a la realidad social y nocturna” pero aunque “no siempre se ha hecho bien, ahora sí se comienza a hacerlo”.
Aún así quedan pendientes temas fundamentales como el de la regulación de los macroeventos, que ya sean de carácter lúdico, deportivo, religioso o reivindicativo, que se han visto amparados en un «vacío legal” a veces con consecuencias o desenlaces trágicos.
Dentro del ocio nocturno, una parte importante se representa en forma de “comestible”. Sin embargo, es un hecho que la cultura del tapeo y de la cena, ya sea de negocios o informal, está intrínsecamente unido al tema lúdico: “la gente por las noches no sale a alimentarse, sino a sociabilizarse”.
No podemos negar que no sea cierto. Empeñados en vivir con nuestro propio reloj, disfrutamos de las sobremesas que llevan a las copas y que, si se tercia, acaban en algún tipo de local nocturno.
¿Por qué no? Parece que “ocio y restauración son el maridaje perfecto” por tanto, solo queda “liberarnos de los complejos e hipocresías sociales” y entender que el ocio nocturno no tiene porqué ser entendido como algo negativo.