Durante el invierno, exceptuando épocas muy concretas, esa pequeña voz interior a la que denominamos conciencia o autocontrol o como quiera que se llame, se encarga de recordarnos la importancia de mantener unos hábitos de vida saludable….

Pero llegan los primeros rayos de sol y las temperaturas medianamente decentes, y esa “conciencia” junto a la preocupación por mantener una dieta sana y equilibrada se van casi al tiempo que tú de vacaciones. Ahora están en cualquier playa paradisíaca tomándose el aperitivo con una cerveza y, ¿Qué se le va hacer? Nos damos al descontrol. El sufrimiento de la operación bikini queda olvidado y parece que el único objetivo es recuperar todos aquellos malos hábitos que habíamos dejado.

En este sentido, el alcohol se lleva la palma.  Pero, aunque una cerveza no mata a nadie, sí hay que tener cierto control sobre la asiduidad y cantidad con la que disfrutamos de ese momento de relax.
No es ninguna novedad el hecho de que el alcohol engorda. Pero además, hay que tener en cuenta que puede tener otros efectos negativos sobre nuestra salud, ya que favorece la deshidratación y la posibilidad de sufrir un golpe de calor.
Según, el endocrinólogo del Hospital Dos de Mayo, Hugo Arbañil Huamán, “la producción de orina aumenta en 10 ml por cada gramo de alcohol ingerido”. Esto se debe a que la ingesta de bebidas alcohólicas tiene un efecto diurético: inhibe la hormona vasopresina que se encarga de ayudar a que el riñón absorba agua.
Además, cuando nos deshidratamos no solo perdemos agua, sino que también desechamos minerales. Esto puede causar calambres, mareos, fatigas, cansancio, aumento de frecuencia cardíaca, de temperatura corporal y nauseas y hasta cambios de carácter. Por tanto, después de esas agotadoras jornadas de playa y sol, lo menos recomendable para paliar la sed es una bebida alcohólica.
Igualmente, no hay que olvidarse de que una de las propiedades del alcohol es el aporte de energía, que aunque suene muy bien, se resume en un alto número de calorías. Se calcula que por cada gramo estamos ingiriendo unas 7 kcal, que básicamente es casi lo mismo que aporta 1 gramo de grasa.
Además cuando se ingieren este tipo de bebidas el organismo ralentiza considerablemente la velocidad a la que quema las grasas. Por eso no solo dejamos de oxidar las grasas e hidratos de carbono, sino que se produce el almacenamiento de éstos. Si además sumamos las calorías de los refrescos y zumos, son una auténtica bomba de relojería.
Tabla de calorías contenidas en bebidas alcohólicas  (por cada 100 ml)
•Sidra     42 Kcal
•Cerveza     45 Kcal (Por cada botella de 330 ml o tercios de 140 a 200 kcal )
•Champagne o cava     65 Kcal
•Vino tinto     65 Kcal
•Vino rosado     74 Kcal
•Vino blanco     85 Kcal
•Vodka     121 Kcal
•Coñac     243 Kcal
•Ginebra     240 Kcal
•Ron     244 Kcal
•Whisky     244 Kcal
Si a todo esto le sumamos que en la época estival una de las cosas que más nos puede apetecer es recuperar aquellos madrugones del verano, es fundamental aclarar que empeora el sueño y el descanso.
Este verano no hace falta privarse de nada, eso sí, con moderación. Ya lo decía Aristóteles, la virtud está “ el  punto medio entre el exceso y el defecto”.