Si contamos las clases de pan que se elaboran en España podemos superar los 300 tipos, algunos con gran tradición y propios de zonas geográficas determinadas. La variedad más demandada en la capital es, sin ninguna duda, la barra o pistola, seguida de la baguette, y en tercer lugar la italiana chapata.

A ningún madrileño le suena raro pedir en una panadería una pistola, sin embargo, la mayoría de personas no saben de dónde viene el nombre. Existen diversas teorías, una de ellas dice que los alemanes son los artífices del nombre, ya que por su forma llaman al pan flauta, que en alemán se dice ‘pistole’. La palabra francesa “pistolet”, también es un tipo de pan belga.

Para otros, se emplea el término pistola para referirse a la barra de pan desde los años 60, derivado del italiano, ya que panadero en latín se conoce como ‘pistor’ y la terminación -ula (-ola) se refiere a la barrita de pan. Otra teoría, quizás la más consagrada, dice que la costumbre de llamar pistola al pan es porque “mata el hambre”.

El pan, alimento base en la dieta cotidiana, se introduce en el siglo III A.de C. por los celtíberos, por lo que cuando los romanos llegaron a la península ya se conocía. En la Edad Media ya existían campos de cereales en la zona norte de Madrid, y la panificación en nuestro país aparece regulada por primera vez en el siglo XIV, una vez que la Hermandad de Panaderos Españoles se transforma en Corporación de Oficio, y se mantiene hasta el siglo XIX.

El pan y el trigo siempre han formado parte de la base de la dieta mediterránea. Fuente de vitaminas, minerales, fibra, hidratos de carbono y proteínas, el pan es un alimento imprescindible para cubrir las necesidades energéticas y nutricionales de las personas, por lo que ocupa la base de la pirámide de recomendaciones nutricionales que establecen los organismos internacionales.