La sala de teatro Biribó cierra, y la insostenibilidad de la sala es la principal razón de su clausura. La filosofía llevó a Crismar López y Joaquín Navamuel, dueños de Biribó, a abrir la sala fue evitar la multiprogramación y programar de manera estable durante un mes, pero finalmente el próximo 27 de marzo, día mundial del teatro, es la fecha elegida para decir adiós al “off” madrileño.

Biribó Teatro nació de La compañía del Amanecer al revés, y por ello, desde sus inicios quisieron tener un compromiso hacia las compañías como la suya basado en la no multiprogramación, estabilidad de un mes en cartelera, ofrecer mínimo dos días a la semana y realizar todos los montajes técnicos que exigieran los espectáculos. Estos compromisos limitan y reducen la capacidad de explotación del espacio y por ello se han visto obligados a cerrar.

El primer espectáculo de Biribó fue de producción propia: Juegos de guerra, y cierra con otro montaje propio pero, esta vez, para el público infantil: El Pícaro de Tormes. A este espectáculo le acompañan en cartelera Fluxus, de la compañía Benamate, y una única función de Dos en la ciudad, de Antonio de Cos, el 25 de marzo, a la que le precede su éxito de crítica y en el que participa uno de los socios de la sala, Joaquín Navamuel.