Gracias a su cuidado interiorismo y a la originalidad y calidad de sus productos, La Vanduca ha sabido alcanzar uno de los primeros puestos en todas las listas de lugares de moda donde disfrutar de sus platos y volver una y otra vez.
Es por todos conocido que como en casa no se está en ningún sitio, y es que en La Vanduca todo queda en familia. Un buen día los hermanos Van Dulken, de donde viene lo de Van-du-ca, decidieron abrir un restaurante en el que se pudiese encontrar lo que ellos buscan cada vez que salen a comer; un local personal, plagado de acogedores rincones donde se puede disfrutar de una cocina con clara inspiración mediterránea.
A pesar de que parezca extraño por el apellido que comparten, se trata de cuatro malagueños, Blanca, Enrique, Inés y Juan, que tras regentar la franquicia Gorki decidieron abrir hace ya algunos meses este proyecto en el que todo lo que rodea al cliente le hace pensar que está en casa. Una de las cosas que hacen todavía más especial elegir este local para comer es que son sus anfitriones quienes reciben y atienden personalmente a todo el que entra, formando un ambiente amigable y envolvente muy atractivo.
La decoración corrió a cargo de su tía Sofía Calleja, de SCV Estudio, que se inspiró en el sur para la elección de los colores y la iluminación. En cuanto a la oferta gastronómica, ha sido ideada por los Van Dulken, el chef Sergio Pérez, y el cocinero Iñaki Antoñanzas, construyendo una carta sencilla pero contundente con raciones de cocina tradicional y al mismo tiempo vanguardista.
En cuanto a los platos estrella, todos con ellos con destacan el Tomate ibériko aliñao, variedad cultivada de octubre a mayo en Almería, el mollete de pringá, la hamburguesa con queso payoyo, las albóndigas de la abuela o los langostinos en tempura oriental. Sobresalientes también son las sabrosas croquetas, los huevos con panceta, patata y trufa y las tortillas de patata, queso azul o trufada recién hechas. Además, ofrecen platos fuera de carta dependiendo de la temporada, como un curioso guiso de pote de castañas, una especie de fabada asturiana en la que las alubias se sustituyen por el fruto seco.
Por último, y para endulzar el festín, todos los postres son caseros y de gran calidad, como la torrija de pan brioche caramelizada con toffee y helado de vainilla, o las tartas de queso, limón o zanahoria.
Otro de los puntos fuertes del restaurante es su horario ininterrumpido, y su carta de coctelería, convirtiéndose en un punto de encuentro desde las 12:00 h. hasta medianoche.
Dirección: C/ Columela, 2.
Teléfono: 915 78 23 21
Precio medio: 35 €