A tan solo 420 km de la capital se encuentra Zerain (Guipúzcoa), una localidad de apenas 250 habitantes ubicada en la comarca de Goierri. Sabormadrid.es se dispone a adentrarse en esta localidad a la sombra del monte Aizkorri, que desde un primer momento destaca por la naturaleza que lo rodea todo. Paisajes verdes, aire limpio y paz hacen de esta pequeña villa un lugar perfecto para el descanso y el turismo.

La historia de Zerain está ligada a la minería desde hace siglos. Tanto es así que las primeras extracciones de hierro aparecen documentadas en el siglo XI, aunque sería a principios del siglo XX cuando los ingleses impulsaron definitivamente la minería en la zona.

Pero Zerain tiene mucho más. En 1992, sus habitantes se propusieron recopilar más de 1.000 utensilios tradicionales que se habían utilizado tanto en el campo como en la mina con el objetivo de crear una exposición. Tal fue su éxito que esta iniciativa derivó en la creación del Museo Etnográfico, que ha ido complementándose con la rehabilitación de la serrería de Larraondo, que utiliza agua como única fuente de energía.

Gastronómicamente, Zerain cuenta con múltiples atractivos que harán que cualquier aficionado al buen comer encuentre alternativas más que suficientes para disfrutar plenamente de la visita. Una gastronomía que se caracteriza especialmente por el uso de productos locales, con gran peso de la ganadería y la agricultura. Por ello, tanto sus carnes como sus productos de la huerta son de altísima calidad, al igual que sus alubias, que ya de por sí merecerían el viaje desde la capital.

Dispuestos a inundar nuestros paladares con las especialidades locales nos dirigimos al restaurante Ostatu, uno de los más tradicionales de la región, y en cuyos muros de piedra se refleja gran parte de la historia de la localidad. Tanto es así que en su interior es posible visitar la histórica cárcel del pueblo, que data del año 1711, aunque está rehabilitada recientemente. Además cuenta con una terraza que en las noches de verano permite divisar el Aizkorri y respirar el aire limpio de la zona.

Urki Balerdi, nuevo jefe de cocina del restaurante, ha aportado toques de modernidad a una cocina clásica pero realmente atractiva. Con tan solo 25 años, su técnica y su ilusión han dado a Ostatu un giro quizás necesario, con la decisión de quien sabe que tiene todas las de ganar. Su cocina así lo demuestra, como tuvimos ocasión de comprobar.

Partiendo de la tradición gastronómica de la zona, en el que priman los sabores sencillos, Balerdi se propuso desde sus primeros minutos al frente de los fogones de Ostatu primar el sabor del producto por encima de cualquier otro detalle. Sabores puros, por tanto, sin ningún tipo de variación. Esta cocina limpia, en la que apenas se utilizan especias o hierbas aromáticas, hace que la calidad de la materia prima destaque aún más.

Hablaba de un recetario clásico que sustenta su carta, aunque también es posible encontrar preparaciones más modernas que harán las delicias de todos los públicos. Es posible encontrar una sopa de pescado o un chuletón a la brasa (realmente delicioso), pero también pollo relleno o pasta brick rellena de rabo de buey. Una carta realmente completa en la que se encuentra una amplia selección de verduras, de carnes y pescados, de alubias o sopas.

Ostatu cuenta con un menú diario a un precio de 10 euros, aunque también es posible encontrar una amplia oferta de bocadillos y platos combinados. Sin embargo, su menú de fin de semana resulta uno de sus grandes atractivos. Por solo 22 euros, el restaurante ofrece siete posibles entrantes, seis segundos (tres pescados y tres carnes) y sus postres caseros. Especialmente recomendables son, en este sentido, sus pimientos rellenos y sus revueltos variados, además de su pasta fresca casera.

Pero si por algo destaca este restaurante es por sus postres. Especialmente los elaborados con queso de oveja casero, elaborado por la madre de Urki, que merecen una mención especial. También la merecen sus tartas elaboradas con hojaldre o sus cremas, que acaban constituyendo un final perfecto a una visita que sin duda repetiremos.

Humildad, amor por la cocina y un servicio impecable, familiar. Tres detalles ya no tan frecuentes en la mesa. Detalles que en Ostatu son clave en un éxito que estamos seguros de que no tardará en llegar. Gran futuro también el de Balerdi, sin ningún tipo de limitación por delante. Quién sabe, quizás hayamos encontrado en Zerain a un nuevo Martin Berasategi o un Ferran Adriá.

Fotos: Ostatu Restaurante