Visitar el Asador Donostiarra es tener la sensación de visitar un pedazo de la historia de la restauración madrileña. Una historia que se percibe desde el primer momento, gracias a la multitud de fotografías de visitantes que han poblado sus mesas. Futbolistas, políticos, artistas y hasta miembros de la Casa Real, no es tan complicado encontrar personalidades de todo tipo al sentarse en sus mesas.
En plena calle Infanta Mercedes de la capital, este restaurante ofrece en su carta una amplia selección de platos de cocina vasca, siendo referente sin duda en nuestra Comunidad en lo que a carnes se refiere. Desde un primer momento, destaca su acogedora pero tradicional decoración, sin grandes alardes, y que no difiere en exceso entre todos los salones de los que dispone.
Como digo, comer carnes de gran calidad es posible en muchos sitios. Pero es complicado encontrar uno que aúne un servicio atento y minucioso, con unos ingredientes de primera calidad preparados con mimo, y con la tradición y la historia que irradian las paredes del Donostiarra. Por eso, una de las mejores recomendaciones es sentarse cómodamente y dejarse guiar por su personal. En nuestro caso, Víctor y Montero fueron los responsables de abrirnos las puertas de su cocina para descubrir sus secretos y sus especialidades.
Las alternativas en su carta son muchas y muy variadas. Desde sus entrantes –no hay que dejar pasar la oportunidad de probar su jamón de Jabugo ni sus gambas al ajillo– a sus pescados o sus carnes, ninguno deja indiferente al comensal. Por eso, la opción de disfrutar de uno de sus menús de degustación, completos, variados y a un precio asequible, resulta una posibilidad más que aconsejable. Decidimos, en este sentido, optar por el menú C.
Nuestra degustación comienza con un revuelto de patatas y pimientos y con unas gambas al ajillo, una de las grandes especialidades de la casa y que resultan un plato imprescindible en su carta. Una ensalada de ventresca con tomate, unas suaves croquetas y unos delicados chipironcitos fritos llegan después a nuestra mesa. Pero los grandes atractivos de estos entrantes llegan con el jamón y el lomo ibérico, así como con un delicioso foie casero de oca.
Elegir un plato principal en este menú de degustación no resulta tan sencillo. Los pescados del Donostiarra son una opción a considerar, entre los que destaca su merluza rellena de Txangurro, su merluza en salsa verde, o su besugo Donostiarra. Pero la opción de la carne gana definitivamente la batalla y nos decantamos por el chuletón tabla. Un chuletón que llega trinchado y prácticamente crudo, y acompañado de una piedra en la que el comensal podrá obtener el punto deseado –aunque por la calidad de la carne parece imprescindible que la carne quede jugosa y tierna-. Se trata de una ración generosa, que hará las delicias de los amantes de las buenas carnes.
Como colofón perfecto, finalizamos nuestra comida con un sorbete de limón, ligero y fresco, que llena nuestro paladar con un delicioso toque cítrico. El vino, un tinto Rioja Viña Amézola, también ha ejercido de complemento perfecto durante la comida, especialmente en el maridaje con nuestro chuletón.
Nos llevaremos buenos recuerdos de esta visita. El estupendo trato de Víctor y Montero. El sabor de los platos que hemos disfrutado. Y la sensación de entrar a formar parte de la peculiar historia del Asador Donostiarra. Nuestra foto, posiblemente, no acabará en sus muros, pero sí en nuestro recuerdo.