Disfrutar de un sabroso plato sin necesidad de pensar en las calorías. Parece algo sencillo, ¿verdad? Pues todo aquel que ha llevado a cabo una dieta podrá dar fe de la dificultad de este hecho. Y es que la vida sedentaria, las horas de trabajo delante de un ordenador y la escasez de tiempo libre para poder hacer deporte no solo perjudica la imagen, sino también la salud, lo que obliga en multitud de ocasiones a dietas para controlar un sobrepeso más que frecuente.

Encontrar un restaurante especializado en alimentación saludable en las instalaciones de un gimnasio no debería ser una casualidad. Ejercicio y comida adecuada como parte de un cuidado integral de nuestro cuerpo. Esto es lo que ocurre con el Café Metropolitano, ubicado en el Club Deportivo del mismo nombre, cerca de Cuatro Caminos.

Hablaba de alimentación saludable, pero también elaborada con mimo para satisfacer a los paladares más exigentes. Saludable por estar preparada con ingredientes bajos en grasas, siempre teniendo en cuenta su valor calórico y la combinación de platos. De alta calidad, por su variedad, texturas y sabores. Y a un precio más que accesible, porque el menú solo cuesta 11 euros.

El Café Metropolitano, decía, no es un restaurante al uso. Desde sus desayunos, en los que el comensal puede elegir distintos tipos de pan para sus tostadas -probar su pan de soja es obligado-, con mermeladas dietéticas o tomate natural con aceite de oliva, o sus cafés con leche semidesnatada, desnatada o de soja, en este caso batida. Sorprende la total ausencia de bollería procesada o industrial, tan habitual en los servicios de desayuno de bares y restaurantes.

 

Mario, su gerente, nos ofrece nada más llegar una de las grandes especialidades de la casa. Hablamos de los batidos naturales de fruta, que el comensal puede tomar añadiendo su complemento dietético habitual. En nuestro caso, probamos un delicioso preparado de melón, piña y uva, tan aconsejable por su cuidada presentación como por su sabor.

Nuestro menú comienza con una ensalada de melón con jamón y reducción de Pedroximenez que nos sorprende desde el primer bocado, y con una crema templada de puerros con regañá en la que la patata sustituye a la habitual nata -a la que no se echa de menos, por cierto-. Esta ausencia de grasas prescindibles, en este caso en forma de nata, es una de las constantes en las preparaciones del Café Metropolitano, lo que no implica en ninguno de los casos una disminución del sabor.

Ya en los segundos, Mario nos ofrece unas costillas ibéricas lacadas con puré de patata casero y picada de frutos secos, tiernas, sabrosas y sin las tradicionales salsas procesadas industrialmente, y con un salmón fresco de Pescaderías Coruñesas a la plancha sobre una cama de verduras salteadas con sésamo y tomillo. Un plato sencillo, pero al tiempo equilibrado y sabroso.

En el postre nos permitimos un pequeño exceso en forma de brownie casero con helado de yogur búlgaro como culminación a una comida ligera pero deliciosa. Eso sí, para equilibrar, también nos decantamos por una macedonia de fruta fresca que, en cierta manera, alivia nuestra conciencia. Manzana, piña, melón y uvas que aportaron el toque refrescante al final de nuestro almuerzo.

Terminamos ya nuestra visita con nuestro estómago saciado a base de alimentos equilibrados, y sin la habitual sensación de pesadez. Prácticamente podríamos dejar de un lado nuestra ropa de calle y dedicar la hora de la sobremesa a visitar el gimnasio de la planta superior…