Parece que por fin ha llegado el calor, y con él, el tiempo de lucirse en traje de baño. Durante esta época del año es típico oír hablar sobre la operación bikini, y como no y unida casi inevitablemente a ella, de las míticas dietas milagrosas.

Los gimnasios hacen su agosto, las farmacéuticas desempolvan sus cremas reductoras y pastillas adelgazantes, y las televisiones y revistas se nutren de los anuncios de productos bajos en calorías.

 

Pero ¿hasta qué punto se sacrifica la salud en pos del físico?

En un país considerado el séptimo del mundo con mayor índice de obesidad poblacional, donde el número de adultos con un peso normal en base a su Índice de Masa Corporal (IMC) es cada vez menor y donde  el 70 por ciento de los trabajadores de las grandes ciudades come fuera de casa a diario ¿es posible cuidar una alimentación saludable?

Tanto si ha de comer fuera por “obligación” como si lo hace por “placer”,
la Asociación sin ánimo de lucro “5 al día” cuyo objetivo es fomentar la mejora de los hábitos alimentarios, recomienda seguir una serie de consejos a la hora de elegir el menú.

Dado que la sensibilización sobre el tema de alimentación está a la orden del día en España, ahora comer sano ya no es un sacrificio. Eso sí, se recomienda que entre los platos elegidos, al menos, debe haber uno que tenga hortalizas o verduras, ya sea en crudo o cocinadas. La variedad en este sentido es muy amplia, ensaladas, cremas, sopas…

Las proteínas, encargadas de ayudar a construir y regenerar nuestros tejidos, son imprescindibles en toda dieta.  Como regla general, se recomienda que los adultos consuman entre 45 y 65 gramos de proteínas diarias, dependiendo siempre de su peso. Por este motivo, uno de las raciones seleccionadas debe contener una fuente de proteínas en forma de legumbres, carnes magras, pescados o huevos.

En estos platos, y de modo general no hay que olvidarse de adecuar el tamaño de los platos y de evitar aderezos extras como las salsas. Para acompañar es aconsejable decantarse por la alternativa integral que aporta fibra, vitaminas y minerales.

Y para finalizar, el postre, una de las decisiones más delicadas. Se recomienda la opción más sana que en este caso es la fruta, y que además, puede aportar ese toque dulce que muchos necesitan al terminar su almuerzo. La manzana, el melón, la pera, la sandia o las uvas en sus distintas variedades, son algunas de las opciones, que además de estar en temporada,  combaten el riesgo de deshidratación.

Aunque el cambio a hábitos alimenticios más saludables es complicado, es perfectamente posible llevar una dieta sana y equilibrada en cualquier época del año y en cualquier lugar. El truco no está en privarse de nada, sino en la variedad.