Hace ya más de diez años que Karlos Arguiñano dio el paso y se lanzó a cocinar en directo para la gran pantalla. Desde entonces, y casi de la mano, la revolución causada por la gastronomía española ha tenido repercusión internacionalmente.

Cocineros como Juan María Arzak, Santi Santamaria o  Ferran Adrià han protagonizado el resurgimiento de la hostelería y de la cocina de “autor”. Atrás ha quedado ese tiempo en el que los programas de cocina estaban relegados a las parrillas de la mañana con bajos índices de audiencia y dedicados exclusivamente a las amas de casa.

“Hoy cocina el alcalde” es el nuevo capítulo de una receta que ha conseguido seducir a la audiencia española. Javier Lacalle fue el primer político que se animó a colgarse el delantal frente a la pantalla. El alcalde de Burgos con su empanada de morcilla encendió un fuego al que más tarde se han unido los ediles de Calahorra, Astorga y Chinchón, entre otras localidades.

Los concursos y programas de cocina en los que el telespectador también participa son la “última moda”.   Algunos ejemplos como  “Ven a cenar conmigo”, en el que cinco concursantes se batían durante una semana para ser el mejor anfitrión, han tenido gran acogida.

La incursión de los grandes nombres de la cocina española en los showcookings como el exitoso “Todos contra el chef”, donde un telespectador retaba al chef  Darío Barrio a hacer una receta mejor que él o   “Hoy cocinas tú”, con Eva Arguiñano, dejaban claro que la moda gastronómica estaba a punto de alcanzar su apogeo.

Pero sin duda, lo que ha puesto la guinda a la cocina en la pantalla es la mezcla entre concurso y reallity. Es el caso de  MasterChef, que en su búsqueda del mejor cocinero amateur de España ha seducido a millones de espectadores cada noche, o de “Pesadilla en la cocina” que, bajo la batuta del cocinero Alberto Chicote, no solo ayuda a salvar el negocio a varios empresarios hosteleros sino también a condimentar las noches de los jueves.