Durante la Edad Media los mercados se convirtieron en un centro de atracción y vertebración de la sociedad. Hoy, con unos siglos de por medio, la noción de mercado vuelve a seducir a la ciudadanía.

Atrás han quedado aquellas ferias o plazas al aire libre donde se comercializaban todo tipo de productos. Ahora, el concepto parte de un cuidado diseño, un planteamiento mucho más moderno centrado en una decoración e iluminación generalmente vanguardista.

Estos lugares han pasado de ser un núcleo de comercio a modernos espacios gastronómicos. De hecho, una de las pocas características que comparte con los antiguos bazares es que, a día de hoy, se han transformado en un foco de concurrencia de ciudadanos e, incluso, en un reclamo turístico más.

Madrid es una de las ciudades que más se ha adaptado a esta tendencia creando todo un centro de peregrinación. Tanto para los nacionales como para los extranjeros, los siguientes mercados son casi visita obligada si hablamos de turismo gastronómico.

El Mercado de San Miguel, que hace poco celebro su centenario, fue el pionero en ofrecer esta original forma de disfrutar la gastronomía. Después de una renovación que lo salvó de la quiebra, hoy mantiene su tradicional estructura con una renovada forma de comercio. Situado en uno de los centros neurálgicos de la capital, la Plaza de San Miguel, pone a disposición del comensal más de treinta puestos donde la calidad y excelencia de la materia prima son los referentes. Además, la diversidad que ofrece (vinos, carnes, embutidos, pescados, frutas, pastelería) aporta un elemento extra a su atractivo. Las diversas actividades que ofrecen atraen cada día a cientos de ciudadanos y turistas: desde hacer la compra diaria, a disfrutar de la clásica cultura de tapas y vinos en un lugar que ofrece infinitas posibilidades.

El Mercado de San Antón, emplazado en pleno barrio de Chueca, en la calle Figueroas, está basado en la idea de conjugar la compra y la consumición de esos productos fresco en la mismísima lonja. Conserva su estructura original, que divide al edificio en tres plantas. La primera, coincide con el carácter tradicional, y se dedica a la venta de productos frescos y clásicos: fruta, embutidos, pescado, carne…. La segunda, sin embargo, se centra en el aspecto más moderno e informal, y se compone por una taberna y diversos puestos de show cooking y take away. Pero sin duda, el lugar más llamativo y original es la tercera planta, donde el atractivo radica en la terraza restaurante que da la posibilidad al cliente de salirse de la carta, y cocinar los alimentos adquiridos previamente en la primera planta.

El Mercado de Isabela, abierto hace poco más de un año, se sitúa en una de las áreas más cosmopolitas de la capital: entre el Paseo de la Habana y el Paseo de la Castellana.

Con más de 35 puestos para tapear y disfrutar de la gastronomía, se ha convertido en el mercado más grande España.
Surgió con la intención de rendir homenaje a los paladares “gourmet” que realmente han encontrado un ocio en la cocina. Y así ha sido. Dividido en cuatro plantas, alberga una de las mayores selecciones de delicatesen de todo tipo. Además, cuenta con varias terrazas que buscan satisfacer la vista a la vez que sacian al gusto.

Estos son tan sólo tres ejemplos donde conjugar el arte del tapeo con la calidad del producto y cierto aire innovador. Pero alrededor de Madrid han surgido muchos más.

Lo demuestra que comer en el mercado se haya convertido en una nueva forma de ocio que, además, está a la última moda.