Situada a apenas 400 km de la capital, la Costa Blanca es conocida por muchos como “La playa de Madrid”. Con localidades como Denia, Jávea, Calpe, Aleta, Villajoyosa, Alicante, Elche o Benidorm, esta región de la Comunidad Valenciana cuenta con cerca de 250 km de playas de arena fina, roca, calas y acantilados.
Pero además de por su turismo de playa, gracias al que es posible multiplicar por tres o por cuatro la población habitual de muchas de sus localidades, y de un clima suave y agradable incluso en los meses de invierno, la Costa Blanca destaca especialmente por una gastronomía que empieza a ser reconocida a nivel mundial gracias, en parte, a la importantísima contribución de Quique Dacosta y su restaurante en Denia.
Aunque debido a su faceta más turística esta región es ampliamente conocida por sus paellas en todo tipo de variedades y calidades (también por alguna que otra preparación infame dedicada más al turista extranjero que al comensal nacional), la gastronomía de la Costa Blanca destaca especialmente por su mezcla de ingredientes de mar y de huerta, con sabores que en algunos casos recuerdan a la influencia morisca presente aún en muchos de sus platos.
El arroz es, al igual que en toda la región levantina, protagonista de muchas de sus propuestas. No solo en la paella, ya sea mixta (más turística) como de marisco o valenciana (con presencia de conejo, pollo y caracoles), sino también abanda –preparado con el tradicional fumet de pescado de roca, aunque en este caso el pescado suele servirse aparte acompañado de alioli casero-; negro, con tinta de sepia y habitualmente con gambas y/o cigalas; con costra, con carne y embutido y horneado con una cobertura de huevo batido; o el tradicional arròs amb fessols i naps, preparado con judías y nabo.
La cercanía del mar y de los puertos hace que aún hoy las salmueras y los salazones tradicionalmente marineros, como las que antaño se preparaban en los barcos para evitar la putrefacción del género, continúen teniendo un gran peso en la gastronomía local. Así, es tradicional encontrar salazones de atún, melva o bonito, presentes a modo de aperitivo, en ensaladas, sofritos o guisos. Incluso en las populares cocas, con base de pan y aceite y rellenas de pisto o cebolla con un remate de salazón.
Son muchas y de gran calidad las distintas variedades de pescados que es posible encontrar en las cartas de los restaurantes, y que provienen directamente de sus costas. Desde atunes, sardinas y salmonetes a pulpos, brecas, caballas o doradas. Variedades que habitualmente se presentan en suquets de peix, guisos presentados sobre una salsa ligera a los que habitualmente se añade un majado de almendras y ajo. Las cassolas al horno también son tradicionales, preparadas con sofritos de tomates, cebollas y ajos sobre las que se colocan distintas rodajas de pescados. Pero si por algo destaca la Costa Blanca es por su gamba roja, que ha alcanzado en los últimos años un gran reconocimiento internacional.
Al igual que ocurre con los peces, las carnes han recibido tratamientos similares al salazón durante siglos, algo que perdura aún en la tradición charcutera de la región. Así, las botifarres (morcillas), llonganissas frescas, los blanquets (butifarra blanca), o los chorizos y sobrasadas son ingredientes habituales de arroces y olletas, aunque también se consumen crudos o ligeramente salteados. Se trata de embutidos con un toque particular, que proviene directamente de la herencia morisca a través del uso de la canela, el clavo o los frutos secos.
Respecto a los vinos, esta región de la Comunidad Valencia destaca por sus moscateles y vinos blancos de la Marina Alta. Vinos dulces que, junto con el Fondillón del Vinalopó son dignos de mención. Los licores también lo son, como el café licor de Alcoy, el cantueso o el herrero, preparado con hierbas aromáticas de la Sierra de Mariola.
Cualquier visitante, ya sea nacional o extranjero, no debería terminar un fin de semana gastronómico en la Costa Blanca sin probar sus turrones y sus helados, en ambos casos preparados artesanalmente, y que tienen gran tradición especialmente en Jijona. Pero también es posible encontrar sabores de origen árabe en postres como las almojábanas, rosquillas bañadas en un almíbar de miel.
Todas y cada una de las localidades de esta región posee características y variedades culinarias distintas. Posibilidades imposibles de descubrir en un solo fin de semana. ¿Por qué no volver y comprobarlas?
Fotos: costablanca.org