La cercanía del día de Reyes significa algo más que la compra de regalos y la aparición de dietas depurativas para intentar perder los kilos ganados durante las fiestas y sus comidas tradicionales. Cada fiesta de relevancia cuenta con un dulce tradicional, y en el caso de la celebrada el 6 de enero, es inevitable la aparición de los roscones de Reyes en los desayunos y las meriendas de prácticamente todas las casas de nuestro país.

Una tradición que, en contra de lo que puede parecer, no es ni única ni originaria del territorio español, ya que, según muchos, su origen parte de la celebración de las saturnales romanas. Estas fiestas estaban dedicadas al dios Saturno, con el objetivo de que el pueblo romano pudiese empezar a celebrar la mayor duración de los días, y el incremento de horas de luz, después del solsticio de invierno.

Como forma de celebrarlo, se preparaban unas tortas redondas que contaban con higos, dátiles y miel entre sus principales ingredientes. Ya en el siglo III comenzó a asentarse la costumbre de introducir en la masa, antes de su cocción, un haba seca, que posibilitaba que el afortunado que la encontrase fuese nombrado rey de reyes durante un periodo de tiempo que se establecía de antemano.

Existen distintos testimonios que datan del siglo XII en los que aparecen referencias a dulces similares a nuestro roscón. Por ejemplo, el del poeta andalusí Ben Quzman, que describe en su Cancionero una tradición por la que se escondía una moneda en una torta o hallón con motivo del año nuevo. Similar a esta tradición es la que se mantenía en el Reino de Navarra en el siglo XIV, por la que se designaba Rey del Faba al niño que encontrase un haba en el interior de una rosca dulce.

Durante la Edad Media en Francia, por su parte, la Iglesia católica decidió cristianizar las fiestas paganas, por lo que instituyó la celebración de tomar un dulce en cuyo interior se había escondido un haba que simbolizaba el cuerpo de Cristo. Ya en la época de Luis XVI, el pastelero del Reino decidió introducir un doblón de oro en su interior en vez del haba tradicional, añadiendo una nueva costumbre: quien lo encontrase tendría un año entero de ventura.

Similares tradiciones a las españolas aparecen en países como Francia, en la que es tradicional el Gâteau des Rois, con una composición y forma idéntica a la de los roscones españoles, o el Gallete des Rois, presente en el norte del país, y que está compuesta por hojaldre y crema de almendras con una figurita en su interior. Portugal, por su parte, cuenta con el Bolo Rei, que también es tradicional el 6 de enero, y que está elaborada a base de masa de brioche y fruta seca, aromatizado con licor o agua de azahar.

En Hispanoamérica también aparece, por ejemplo en México, la tradición de un bollo o rosca de Reyes. En este caso, el niño que encuentre el muñeco que contiene la masa se compromete a dar una fiesta y preparar tamales para todos los presentes el Día de la Candelaria, el 2 de febrero.

La receta tradicional del roscón continúa prácticamente inamovible. Agua de azahar para ofrecer el aroma, harina fuerte –con mayor cantidad de gluten y menor presencia de almidón- y levadura para que el roscón crezca. Al doblar su tamaño, la tradición marca que debe ser bañado con huevo, decorado con azúcar y almendras picadas y, en algunos casos, frutas escarchadas.

Madrid cuenta con muchos, y muy buenos, establecimientos en los que encontrar roscones tradicionales. Así, el Horno de San Onofre (c/ San Onofre, 3), El Riojano (c/ Mayor, 3), La Duquesita (C/ Fernando VI, 2), La Marina (c/ Alberto Aguilera, 14) o la Antigua Pastelería Del Pozo (c/ Pozo, 8) son, quizás, los más populares.

Además, frente a la receta más tradicional, en prácticamente todos los establecimientos se pueden encontrar roscones rellenos de nata, crema, chocolate o cabello de ángel. Pero en los últimos años, ya no es tan difícil encontrar nuevos toques y rellenos que modernizan los tradicionales roscones. Este es el caso de Sweet Home Madrid (c/ Fermín Caballero, 14), que incorpora sabrosos rellenos de crema de queso o mousse de dulce de leche a sus roscones como complemento al bollo tradicional.

Y trascendiendo prácticamente por completo la receta original aparecen iniciativas como la de La Rosconada, que ofrece roscones de autor durante todo el año, con presencia de ingredientes como el pesto, la mozzarella, la cecina, el queso azul, el tomate o el all i oli para obtener interesantes contrastes de sabores dulces y salados.

Con independencia de los sabores y de las texturas, el roscón continúa siendo uno de los productos navideños con mayor aceptación popular. En muchos hogares, además, el sabor de este popular bollo continúa asociándose a sonidos de papel de envolver y al de las risas de niños al descubrir sus regalos.