Dani García, el gurú de la cocina con nitrógeno, se ha convertido gracias a su trabajo en uno de los chefs más reconocidos  en España. En su carrera ha ido cosechando éxitos gracias a sus platos vanguardistas y su singularidad. Con solo 17 años decidió meterse en la escuela de hostelería de Málaga, pero fue por una cuestión de curiosidad más que por una pasión imparable por la cocina.

Su verdadero sueño era el de ser futbolista, en cambió, como se suele decir «la curiosidad mató al gato» y en este caso hizo que el Malagueño dejara aparcadas las botas y el balón para hacerse con las cazuelas y los fogones.

Durante sus años en la escuela aprendió la base de la cocina tradicional, algo muy importante para luego poder crear e innovar, ya que sin saber lo clásico no puedes ir introduciendo nuevas ideas. Pero donde realmente cambió su concepto de la cocina y donde descubrió que aquello era su mundo, fue junto a su mentor, el gran  Martín Berasategui.

Allí comenzó a descubrir un mundo lleno de posibilidades, como un niño en una juguetería empezó a jugar con las diferentes herramientas e ingredientes para hacer una cocina de vanguardia que nunca se le había pasado por la cabeza. De Berasategui se le impregnó el sentimiento de amar la cocina por encima de todo.

Desde entonces no ha dejado de luchar contra lo establecido para crear bocados únicos. Sus creaciones son una mezcla particular de sabores contrapuestos, diferentes texturas, sabores tradicionales de Andalucía, oposiciones de frío-caliente y sobre todo talento e ilusión. Sin duda estamos ante un gran maestro culinario con grandes raíces andaluzas que sabe compaginar perfectamente lo más tradicional con lo más vanguardista.

Su restaurante situado en el Hotel Puente Romano de Marbella traslada perfectamente los ideales de Dani García. Con dos Estrellas Michelin a sus espaldas este lugar se convierte en un templo gastronómico lleno de matices. En él se trabaja poniendo mimo y amor en cada plato, pero con un rigor y una destreza únicas.