Natural de San Sebastian, se puede decir que este donostiarra tuvo claro casi desde el primer momento a qué se quería dedicar. Después de abandonar su ciudad natal se dirigió a Madrid para estudiar hostelería, aunque tiempo más tarde regresó a Zarautz, donde Luís Irizar inauguro una nueva escuela.
El Hotel María Cristina de San Sebastián fue el encargado de proporcionarle la experiencia y coraje necesario para abrir en 1975 Akelarre, su actual restaurante. Tan sólo tres años después llegaría uno de los grandes reconocimientos que no hacía más que inaugurar un camino repleto de éxitos: su primera Estrella Michelín.
Ahí, en su propio territorio, diseñó su cocina, su concepto de gastronomía: una evolución de los platos  tradicionales de su tierra a los sabores de vanguardia que mantienen esa esencia castiza. La idea era muy clara: acabar con las ataduras y evolucionar.
Este carácter con el que dotó no sólo su técnica sino también su restaurante, le llevaron a conseguir su segunda estrella Michelín en el 1983 y ser nombrado “Mejor cocinero del año” un año después.
Sus propuestas originales y su afán de superación le llevaron a obtener en el año 2006 la máxima distinción para un cocinero: paso a formar parte del elenco de esos restaurantes que tienen una “Cocina excepcional, y una mesa que justifica el viaje”: le otorgaron su tercera Estrella Michelín.
El chef vasco, en su afán pedagógico, complementó su trabajo en el Akelarre impartiendo diversos cursos de formación, publicando sus recetas, e incluso, protagonizó algún programa de televisión.