Los días son más largos, las temperaturas van subiendo y las terrazas se empiezan a llenar cuando sale el sol. Los meses van pasando y las nubes tienden a desaparecer dejando paso a los rayos que, además de broncear nuestra piel y mejorar el humor, dan ganas de correr y coger mesa en una soleada terraza y pasar el día con amigos o familia.

Ya no solo en verano; cualquier época del año es buena para sentarte en una terraza. Eso sí, a veces es necesario tener una potente estufa cerca para no morir congelados.

Es impensable un Madrid sin terrazas, pero evidentemente, como casi todas las cosas en esta vida, no están ahí desde siempre. Ni siquiera son españolas. La costumbre de bares y restaurantes de sacar sus mesas a la calle surgió en Francia, aunque rápidamente se extendió por el resto de Europa y especialmente, por España.

Las primeras terrazas de la capital surgieron en el siglo XIX, más concretamente en la década de 1870, y se encontraban en el centro de Madrid, en el Pasaje de Matheu, que une la calle Espoz y Mina y la calle Victoria.

Se trataba de un lugar que solía frecuentarse mucho por estar repleto de bares donde la gente acudía a comer y beber. Los primeros en instalar estas mesas fuera de sus cuatro paredes fueron el Café de París y el Café de Francia. Matheu era un pasaje que trasladaba a todo aquel que lo pisase al país vecino, y sus dos establecimientos no eran menos. Regentados por dos franceses de posturas ideológicas y políticas claramente opuestas, ambos cafés fueron los precursores de una de las costumbres más arraigadas de España; los madrileños comenzaron a disfrutar aquí de consumiciones al aire libre.

Hoy en día no hace falta irse a la zona de Sol para sentarte en una terraza; basta con pasear por cualquier barrio de la ciudad para darte cuenta de que la mayoría de bares y restaurantes ofrecen este servicio, especialmente en los meses estivales.