Durante muchos años Da Vinci se esforzó en diseñar máquinas que modernizaran la cocina de su época, y muchas de ellas pueden considerarse predecesoras de objetos que utilizamos en la actualidad. Cuando era joven trabajó como jefe de cocina y de banquetes en varios restaurantes, pero fracasó, y acabó dejando gran parte de su herencia a una cocinera.

Muchas de sus invenciones se realizaron sobre 1482, mientras estaba al servicio del gobernador de Milán, Ludovico Sforza “El Moro”. Su talento fue mucho más allá de inventar las servilletas o la máquina para secarlas, llegando a idear un proyecto de cocina para el gran Palacio Sforza, en el centro de Milán.

Para ello creó un asador automático, y de esta forma se podía prescindir de los hombres que se dedicaban a darle vueltas al espetón sobre el fuego. El artilugio consistía en una hélice instalada en el interior de la chimenea que se giraba por la corriente de aire caliente, y que estaba conectada por varios engranajes con el espetón, que se movía en función del fuego que hubiera. Otro puesto que pretendió suprimir fue el de la mujer que calentaba los pucheros en la chimenea, gracias al calentador de agua, ideado con una serie de tubos metálicos enroscados y colocados sobre las cenizas del fuego.

La rebanadora de pan, una picadora de vacas, el sacacorchos para las botellas, el molinillo para la pimienta, un objeto para triturar ajos y perejil o un sistema de lluvia artificial para apagar los posibles incendios de las cocinas fueron otras de sus ideas, y aunque la mayor parte de estos inventos fracasaron en aquel momento, más tarde sirvieron de inspiración.

También se preocupó por la limpieza de la cocina, y pensó un sistema para mantener el suelo limpio que consistía en un cepillo giratorio que incorporaba una pala para recoger los restos que arrastraba el cepillo, y creó una especie de las actuales campanas, un dispositivo cuya función era eliminar los malos olores y que constaba de dos fuelles en el techo movidos por una manivela que estaba enganchada a un caballo.
Aunque muchos lo desconozcan, el maestro florentino está conectado a España. Leonardo escribió dos importantes códices, Madrid I y Madrid II, que permanecieron extraviados durante 150 años, y entre otras curiosidades, están escritos de derecha a izquierda.

El Codex Madrid I y el Codex Madrid II son dos cuadernos de notas, diferentes entre sí en cuanto a contenido y a datación. El primero, es básicamente un tratado de mecánica, óptica y astronimía, compuesto de 12 cuadernillos de 16 folios cada uno. En una fecha imprecisa le fueron arrancados 8 folios y se conservan 191.

El Codex Madrid II, en cambio, es el típico “cuaderno de notas” de Leonardo. De igual dimensión y encuadernación que el anterior, consta de 157 folios. Habla sobre una gran variedad de estudios: croquis topográficos, problemas de náutica, arquitectura e ingeniería militar, geometría, el vuelo de las aves y algunas notas dispersas sobre cuestiones personales como el listado de libros de su biblioteca, o de sus piezas de ropa, y además contiene planos y detalles relacionados con la ingeniería militar española de finales del siglo XV.