Dicen sus vecinos que para disfrutar de sus no más de 20 calles hay que ir «sin prisa y sin plano». El barrio madrileño de Lavapiés se ha convertido en el lugar de la capital que más variedad cultural aúna.

La vida que tiene Lavapiés huele a curry y cilantro, a India y a Senegal. Entre sus calles encontramos lo mejor de las variedades gastronómicas que ofrecen. En Anarkoli, Sappla o Bombay Palace se puede disfrutar del famoso pollo Tika Masala, la carne de Vindalaoo, las samosas y el cordero dhansak, manjares que los bolsillos apenas se resistirán a cerrarse.En el Café Gaudeamus, su terraza ofrece unas impresionantes vistas del centro de Madrid.

Un escenario que una vez al año propone invitar a los madrileños a degustar más de 90 tapas de 21 países y 13 provincias españolas. Y es que, «Tapapiés» se ha convertido en el evento de moda para muchos madrileños, del mes de octubre. Gastronomía y actuaciones se dan la mano para ambientar las calles del céntrico barrio.

Actuaciones, conciertos, restaurantes, cine, teatro… No hace falta desplazarse mucho para encontrar todo lo necesario entre sus calles. Desde un buen libro con olor a café en «La Libre», un buen plato para vegetarianos en el «Granero de Lavapiés», o una caña de domingo en el Mercado de San Fernando.

Una pasarela llena de contrastes entre su población, principalmente inmigrante, que ha ido dejando una pequeña huella que ha terminado caracterizando el trasfondo del barrio. El Madrid más cosmopolita ha quedado alejado de estos edificios sin ascensores y fachadas que piden a gritos una nueva capa de pintura.

Con más de 500 años de historia, este barrio, fue la antigua judería de la ciudad. Los más ancianos, lo recuerdan y comentan en los bancos de su pequeña plaza ubicada a la salida de la boca de metro. Con la expulsión de los judíos, la sinagoga fue derribada y sobre el mismo solar se levantó la Iglesia de San Lorenzo. Las calles, fueron renombradas en un intento de declaración de intenciones, marcada por su carácter religioso.

Lo único que ha permanecido intacto, ha sido su nombre. Se habla de que en la plaza existía una fuente en la que la comunidad judía llevaba a cabo su ablución y lavaban sus pies antes de entrar al templo.

Lavapiés brinda la oportunidad de tomarte una caña en alguno de sus bares castizos, degustar una cena en un restaurante indio y terminar tomándose un mojito en una tasca cubana. Un recorrido que permite viajar miles de kilómetros en un radio de apenas 400 metros. Numerosas nacionalidades que demuestran, cada día, que la convivencia entre culturas es posible cuando ambas partes quieren.