Hablar de la Movida Madrileña es como hablar de la energía y cultura de Madrid. Fue una época de gloria que se vivió en la época de la Transición Española y en la que se puso de relevancia el espíritu de la vida nocturna de la capital. La noche de la ciudad siempre ha sido muy activa, de hecho es uno sus los factores más característicos.

Siempre ha habido un interés inusual de los gatos por los ambientes alternativos. Más aún con la llegada de grupos de rock de otras partes del mundo de los que se adquiría en Madrid toda una cultura musical. Comenzaron a florecer una promoción de músicos que cambiaron el panorama cultural a principios de los ochenta.

Hubo una serie de bares de la capital que se convirtieron en los templos en los que se fraguaba el alma de la Movida Madrileña. En ellos se reunían los personajes más aclamados de la época, aquellos que estaban poco a poco formando ese movimiento cultural.  La zona de Malasaña era el punto de encuentro. Es sorprendente ver que hoy en día se siga viviendo un ambiente de Movida entre sus bares.

El bar más reconocido de aquella época, y que hoy en día siguen manteniendo sus puertas abiertas, es el Penta o como muchos lo conocían el Pentagrama. Además de ser uno de los primeros en establecer el concepto de  bar de copas, fue uno de los imprescindibles para los músicos más reconocidos de los años 70 y 80. Muchos lo conocen por haber sido citado en la famosa canción de Nacha Pop, «La Chica de Ayer», pero a parte de ser la estrofa de una canción es mucho más.

Sus puertas no estaban solo abiertas para músicos y compositores, sino que en él se aposentaban genios del mundo de la pintura, la literatura, la fotografía, el cine, la radio y la televisión que también jugaron partida en aquel cambio de panorama intelectual.

Hoy en día su decoración ha cambiado totalmente, en cambio los cuadros que enmarcan las paredes siguen recordando que fue y es el bar con más historia del barrio de Malasaña. A pesar de haber renovado su mobiliario, en su interior sigue sonando la música que retumbaba hace 25 años y se sigue respirando el mismo aire «canalla» de entonces. Atravesar su puerta es como trasladarse a uno de los momentos más intensos de la noche madrileña.