Al lado de la emblemática Plaza de Toros de las ventas de Madrid, llegamos a la misteriosa Gran Escuela de Magia «Ana Tamariz». Después de dudar a qué puerta llamar, ya que no hay ningún indicador, conseguimos pulsar el timbre correcto. Con una amplia sonrisa y un cálido saludo nos recibe Ana Tamariz, dándonos la bienvenida a su «casa».
Desde pequeña ha vivido la magia muy de cerca gracias a su padre, el gran mago Juan Tamariz. Junto a él practicaba diferentes trucos y él mismo fue el que la propuso montar una tienda de magia que, poco a poco, se fue transformando en la academia que es hoy en día.
Con música de fondo y un ambiente agradable nos sentamos con la directora de esta escuela para tener con ella una charla mágica. En ella nos cuenta lo más apasionante de su mundo y algún que otro secreto inconfesable así como sus mejores trucos en la cocina.
Tu padre, Juan Tamariz, ha sido y es uno de los magos más importantes del panorama, ¿cómo ha sido tener un padre así?
Ha sido normal porque no he vivido otra cosa. Pero si era muy curioso que de pequeña todos los niños del colegio sabían a qué se dedicaba mi padre, me hacían preguntas y yo sin embargo no sabía a qué se dedicaban sus familiares ni era un tema de interés. Se me hacía raro la verdad. A mí desde pequeñita me ha gustado estar al lado de mi padre, ensayando con él.
Vienes de una familia numerosa, ¿os ha interesado a todos el mundo de la magia?
Toda la familia se ha interesado por el mundo de la magia. Mi madre se ha dedicado a realizar juegos de magia, mi hermana era traductora de libros de magia, mi marido es mago y mi hijo hace juegos con el yo-yo. Al final todos hemos estado interesados en este mundo.
¿Cuándo decidiste dedicarte a la magia?
Fue una casualidad. Yo iba para ceramista, estaba de aprendiz con Jaime Barrutia, y cuando ya iba a dar el salto a poder trabajar con él, tuve un accidente con quemaduras graves en la mano. Tarde bastante en recuperarme y paré totalmente mi vida en el mundo de la cerámica. Me afectó mucho tanto física como psicológicamente. Entonces mi padre me propuso montar una tienda de magia y no me lo pensé.
Eso me ayudó mucho a ir moviendo la mano y recuperar movimiento. Esa tienda de magia se fue convirtiendo sola en una escuela, porque los clientes que venían a comprar siempre tenían alguna duda de cómo hacer el truco, así que les decíamos que se pasaran un día y se lo explicábamos. Así poco a poco y de una forma mágica se transformó en una escuela.
¿Te influyó el accidente que sufriste en la mano para hacer trucos?
En ese momento no hacía magia y ahora hago muy poquitas cosas, me dedicó más a que otros aprendan a hacerla. Entre la timidez y la responsabilidad que conlleva llevar el apellido Tamariz, me costó mucho más dar ese salto.
Y si rompieras esa timidez, ¿te gustaría hacer espectáculos?
Os voy a contar un secreto: si no tuviera esa timidez me encantaría ser actriz, me habría salido de vocación y si fuera cómica mucho mejor.
¿Nunca te has subido en un escenario?
He colaborado mucho sobre todo desde atrás o participando. Pero hacer sola un truco en un escenario lo hice por primera vez el año pasado, además a lo grande. Fue en un evento que hacemos durante el roscón de Reyes que organiza Aldeas Infantiles SOS, en la Puerta del Sol de Madrid. Ponen un escenario y pidieron que subiera alguien a hacer un juego de magia y yo dije que sí sin pensarlo. Fuí muy feliz pero pase muchos nervios.
En esta escuela se trabaja con niños de muy corta edad, ¿no hay miedo a romperles la ilusión?
No cogemos a niños más pequeños de 7 años por eso mismo. Primero les hacemos el juego para que sientan la magia, luego les enseñamos el truco y el material. Pero si es verdad que alguna vez me he encontrado con algún niño que al contarle el truco me ha preguntado que cuáles eran las palabras mágicas de verdad, que quería saber cómo se hace con magia, no con trucos.
Dentro de la magia se pueden encontrar muchas ramas, ¿cómo saber cuál es la de cada uno?
Nosotros enseñamos la base de casi todas para que cada uno pueda elegir la que más le gusta. Son cursos de 5 años, casi como una carrera, con lo cual hay tiempo para que se decidan. En la escuela nuestra especialidad es la cartomagia porque es la especialidad de mi padre y de España.
¿Ponen impedimentos las familias cuándo alguien quiere dedicarse a esto?
A los padres les preocupa mucho que sus hijos sigan con los estudios y es lo más normal del mundo, de hecho es lo que deben hacer. Alguna vez me he encontrado con algunos que lo siguen viendo como el negocio de los titiriteros, pero en general cada vez hay mejor aceptación de este trabajo.
La televisión ha hecho un gran favor y salen magos que están reconocidos y bien vistos, por lo que ya no se ve como antes. Además se puede vivir muy bien, es un trabajo muy bien pagado en comparación con otros trabajos como el de los actores. Los payasos o los malabaristas están muy bien pagados.
¿Qué hay que tener para ser un buen mago?
Pasión y sobre todo ser buena persona, para triunfar en esta vida es necesario ser buena persona. También es verdad que hay gente que tiene un don innato para la magia, como por ejemplo Jorge Blas. Ha sido alumno nuestro desde pequeño y yo cuándo le veía me quedaba ensimismada. Tenía algo especial alrededor, un aura, una energía que no se podía ver pero que existía y se sentía.
¿Gusta en Madrid la magia?
Sí, hace años no había magia en los teatros y se fue abriendo ese camino a través de mi padre. Ahora la gente lo va buscando porque gusta mucho al publico de la capital.
Y para ti, ¿qué es la magia?
Realizar lo imposible. Pero yo estoy tan dentro que también podría decir que es mi vida.
En Sabormadrid.es nos encanta la gastronomía. Si pudieras hacer magia y llevarnos a algún restaurante, ¿a cuál sería?
Pues te llevaría hasta San Lorenzo del Escorial, al Charolés. Y más céntrico al Pimiento Verde.
¿Tienes algún truco en la cocina?
Me gusta mucho cocinar pero no tengo tiempo. Mi marido también cocina de maravilla y me encanta que me sorprenda, todo lo que hace esta riquísimo.
Si está escuela fuera un plato, ¿cuál sería?
Sin duda una ensalada mixta, fresca y variada. Es muy colorida. A lo mejor ves como un chico joven con rastas, se pone al lado de un hombre trajeado o una ama de casa y trabajan juntos. Aquí son todos iguales, son grandes amigos y es maravilloso.