Coincidiendo con la celebración de su noveno aniversario, el restaurante hindú Swagat ha estrenado un nuevo local en la calle Núñez de Balboa, en pleno barrio de Salamanca, con una superficie cercana a los 300 metros cuadrados y una capacidad cercana a los 100 comensales. Acudimos a la llamada de su propietaria Shibani Saigal para conocer su nuevo establecimiento y su cocina.

Swagat significa en hindú “Bienvenido”, y esa es precisamente la sensación que se percibe al traspasar sus puertas. Un ambiente cálido y agradable nos recibe, seguido de los saludos de una sonriente Shibani que, desde el primer momento, se muestra tremendamente atenta. El salón destaca por su sobriedad, alejado de escenarios que desvíen la atención de lo realmente importante, la comida. Colores azules y rosa palo aportan serenidad y sosiego en nuestra primera aproximación a la comida hindú.

Ya ubicados en nuestra mesa recibimos la primera grata sorpresa de la jornada. Unas sabrosísimas tortas de harina de lentejas, acompañadas de una intensa salsa picante, otra de yogur y menta y otra de mango. Una forma sabrosa de ir adecuando nuestro paladar a la intensidad de los sabores que recibiríamos minutos después.

Shibani nos aconseja uno de sus menús de degustación para obtener una aproximación a la cocina de Nueva Delhi que ofrece su restaurante. Y ella misma nos sirve un surtido de entrantes compuesto por tres porciones de Onion Bahji –un pequeño snack de cebolla, harina y especias-, de un pastel de verduras, y de una simplemente espectacular samosa rellena de guisantes y patatas. Imprescindibles.

Saigal nos recuerda que su restaurante cuenta con dos hornos tradicionales tandoor traídos de Londres que aportan un sabor inconfundible a sus panes y a muchos de sus platos. Probamos, en este sentido, su Malai Tikka –pollo adobado con nata, almendras y anacardo-, su Murgh Tikka –pollo adobado con jengibre, yogurt y limón- y unos deliciosos Jhinga Til Tikka –langostinos asados en Tandoori. Y todo ello acompañado de un naan de pistachos que aporta un toque dulce al conjunto de entrantes, y que es absolutamente imprescindible.

Continúan llegando especialidades de la casa a nuestra mesa, siempre debidamente explicadas por la propia Shibani o por un equipo de sala tremendamente atento y rápido. Es el turno del Butter Chicken, uno de los platos con mayor reconocimiento internacional. Preparado en dos recipientes distintos antes de llegar a la mesa, la salsa o Makhani aporta un toque de jugosidad a un pollo ya de por si preparado en su punto exacto. Sin duda, uno de los platos que no puede faltar en cualquier degustación de comida hindú.

Probamos también el Lamb Rogan Josh de cordero cocinado con cebolla, tomates y especias, que llega acompañado de un arroz basmati muy aromático, de unas albóndigas de queso, y de otra de las grandes sorpresas, un naan de queso que realza aún más el sabor de las salsas.

En el momento del postre, Shibani nos ofrece un surtido compuesto por un helado de pistacho con ligeras reminiscencias al dulce de leche, helado de mango –otra de las especialidades de la casa- y una deliciosa bolita de leche frita en almíbar, acompañado de un que contribuye a hacer más sencilla la digestión de tantos platos distintos.

Terminamos nuestra visita con la promesa de volver. No resulta extraño que tanto la embajada de la India, como distintas personalidades y la misma Casa Real recurran a Shibani Saigal en lo que a cocina hindú se refiere. Nos hemos sentido como en casa, y eso es, sin duda, algo a tener muy en cuenta.