Salones abarrotados de mesas, sin ningún tipo de intimidad. Servicios rápidos y poco minuciosos por la cantidad de clientes a los que tienen que hacer frente. Dos detalles completamente contrarios a los que ofrece La Casa Verde, un restaurante peculiar en Torrelodones. Y digo peculiar porque cruzar sus puertas sumerge al comensal en un ambiente de paz y tranquilidad poco habituales, que parecen transportarte a un estado de receptividad en el que disfrutar de su cuidada cocina resulta mucho más sencillo.

¿Qué es La Casa Verde? Seguro que alguna vez, al transitar por la Carretera de La Coruña a la altura de Torrelodones le ha llamado la atención un caserón decorado en un llamativo verde. Una casa hasta febrero dedicada única y exclusivamente a la celebración de eventos y comidas de empresa en un entorno realmente espectacular.

Desde su jardín exterior hasta las enormes cristaleras y claraboyas que culminan una decoración con matices orientales, todo llama a entrar. Pero si por algo destaca este restaurante es por dos cuestiones. La primera, se trata de un restaurante tremendamente espacioso, en el que se ha decidido primar el bienestar y la intimidad del comensal disminuyendo a prácticamente diez mesas el servicio. Y el segundo, un pequeño jardín interior en el que el sonido constante del goteo de su fuente ofrece al comensal la sensación de estar comiendo en un bosque, como si de un cuento se tratara. La luz natural inunda el salón, aunque también cabe preguntarse cómo será cenar en este entorno, con las estrellas presentes en sus claraboyas.

El servicio dirigido por Ramón Castellanos también se contagia de los bienes de este entorno. Tremendamente cuidado, atento y eficaz, apenas se tiene constancia de su presencia salvo en los momentos en los que se sirven los platos en la mesa, momento en el que también se recibe una minuciosa explicación sobre cada propuesta.

Su cocina, por otro lado, se caracteriza por su creatividad. Daniel Donato, su jefe de cocina, cuenta con el asesoramiento del conocido chef Julio ReoyoEl Chapín de la Reina, Doña Filo, Villena– que entre otros méritos cuenta con una estrella de la Guía Michelín. Gracias a esta influencia, sus recetas cuentan con una más que notable elaboración técnica, gracias a la mezcla de texturas y sabores bien elegidos.

En nuestra visita tenemos la ocasión de probar su menú de degustación, compuesto por medias raciones de platos de su carta, para que logremos alcanzar una visión global de su cocina. Prueba superada. Así, comenzamos con una suave y delicada crema de almendras y gambas con crujiente de maíz. Una pequeña muestra del juego de sabores y texturas que encontraremos a lo largo de toda nuestra degustación.

Minutos después, es su salteado de alcachofas frescas, chipirones y setas con jugo de carne y chips de patata morada el que llega a nuestra mesa. Las alcachofas, preparadas en su punto justo, al igual que los chipirones. La proporción entre la salsa, las setas y la guarnición de chips de patata, que aportan al plato un toque de colorido y modernidad, resulta también muy agradable.

Una de las principales sorpresas de nuestra visita llega en forma de arroz meloso de morcilla, puerros y piñones. Tremendamente sabroso, se trata de una de las especialidades de la casa, y sin duda, y por méritos propios, es uno de los platos que no puede faltar en cualquier visita.

Si el arroz resultó sorprendente, no lo fue menos el taco de bacalao con ropa vieja y garbanzos fritos. Una mezcla que, a priori, puede resultar extraña al oído, pero en la que la textura del garbanzo –hay que recordar que La Casa Verde participa en la Ruta del Cocido Madrileño, por lo que no es casualidad su presencia en la carta- contrasta con la delicadeza de un bacalao pasado por la plancha y finalizado en el horno.

A pesar de la generosidad del menú que disfrutamos hasta ese momento, aún faltaban dos platos por degustar. El primero de ellos, una carrillada de ternera estofada al vino, con patata gallega asada a la pimienta y una delicada crema dulce de calabaza a la vainilla. Otra de las sorpresas de la visita. Y no tanto por la carne en sí –preparada a la perfección, con un toque de melosidad realmente atractivo- sino precisamente por esa crema de calabaza. Su dulzor ofrece el contrapunto perfecto a la potencia de la reducción de vino de su salsa.

El segundo, una degustación de quesos de la región acompañados de pequeñas guarniciones para potenciar su sabor. Empezamos por un queso fresco acompañado de gelatina de miel; seguido por un Montenebro de cabra de Tiétar en ceniza con nueces garrapiñadas; un Cabezuela de cabra de Fresnedillas con una porción de bizcocho de tomate; un curado de oveja de Campo Real con orejones; y una Torta Cañarejal de oveja de Pollos con caramelo de Pedro Ximénez. Una cita obligada para los amantes del queso, que encontrarán una muestra de la salud del sector lácteo de nuestra Comunidad.

Ya en el postre, recibimos una tartita fina, crujiente y templada de manzana con helado de vainilla, que aporta un toque de dulzor a nuestra degustación. Delicada, suave y deliciosa.

También es destacable la apuesta de La Casa Verde por su bodega de vinos. Todos los que se sirven forman parte de una colección de caldos con Denominación de Origen Vinos de Madrid. Una apuesta que, como digo, resulta perfecta por la calidad de los vinos madrileños –Tapón de Oro o Grego Roble, por ejemplo-.

En definitiva, la Comunidad de Madrid ha ganado una nueva alternativa para disfrutar de una comida o una cena en un entorno envidiable. Como restaurante o como sede de eventos, La Casa Verde merece, por lo menos, una buena visita.

Restaurante La Casa Verde
Avda. Rosario Manzaneque, 25. Torrelodones (Madrid)
Tfno: 91 859 25 61
Recomendable llamar antes de visitar
Precio medio: 40-50 euros