Millesime no es una cita gastronómica al uso. Definida por muchos como uno de los eventos más importantes del año en lo que a restauración se refiere, Millesime ha convertido el Pabellón de La Pipa de la Casa de Campo en el centro de la cocina nacional… al menos en sus tres días de duración.

Se trata de un evento dirigido a posicionar la gastronomía española como uno de los principales valores de la economía de nuestro país, pero desde un enfoque dirigido más a empresas que a particulares. Por eso, desde los primeros pasos en La Pipa se percibe cierto aire empresarial, como si esta edición en Madrid fuese algo parecido a un “club gastronómico” para empresas.

Pero, ¿qué es Millesime? Este evento, que cumple su quinta edición en Madrid, sirve de reunión a chefs, profesionales de la restauración, bodegueros… y muchos medios de comunicación. Tanto que es complicado acercarse a alguno de los expositores sin tropezarse con el cable de una cámara que graba su correspondiente reportaje. Medios que acuden ante la llamada de muchos de los más importantes chefs de la gastronomía española, tales como Paco Roncero, Paco Morales o Pepe Rodríguez Rey, que se erigen en esta edición como grandes protagonistas. Y un Martin Berasategi que encabezaba la comitiva de cocineros de Euskadi, comunidad invitada en esta ocasión.

Lo cierto es que las cifras no mienten. Millesime ocupa hasta el último centímetro del Pabellón de la Pipa, esto es, algo más de 8.000 metros cuadrados. Para su organización se ha contado con cerca de 25 patrocinadores, en un evento que se estima –aún no hay datos oficiales- que ha reunido a cerca de 1.500 asistentes diarios. El precio del acceso para el gran público –esto es, solo por las tardes-, 100 euros, también indica el ambiente selecto que se respiraba en La Pipa. Y hablaba antes de aire empresarial, unas empresas que debían abonar 13.500 euros –por día, no por el evento completo- por poder disponer de una mesa en la que agasajar a sus invitados.

A nuestra entrada recibimos un ‘mapa’ en el que se distribuyen cada uno de los 14 espacios que pueblan La Pipa. Cada uno de ellos, compartido por diversas ofertas y chefs cuya presencia rota durante los tres días. Nuestra primera parada, justo enfrente de la entrada, sirve para degustar una copa de fino y de manzanilla, esta última ofrecida por Mª José Huertas en representación de La Terraza del Casino.

Decidimos racionalizar nuestra visita y recorrer el pabellón en el sentido inverso de las agujas del reloj. Nuestro primer objetivo, conocer de primera mano la oferta de la representación madrileña en la feria. Así, nos detenemos a saludar a Andrea Tumbarello, de Don Giovanni, que nos ofrece un suave bocado coronado con trufa negra y un canutillo relleno de crema.

Metros más allá, Emiliano Reyes, de Yataki, insiste en que probemos su cebiche de salmón. Evidentemente no nos negamos, y disfrutamos así de una pequeña muestra de los 550 kilos de pescado que se consumirán durante los tres días de duración del salón. Ángelo Marino, en representación de Mercato Ballaró, nos invita a visitar su restaurante en la calle Santa Engracia, cita que apuntamos gustosamente.

Al final de este primer gran corredor se encuentra la zona dedicada a los cócteles. Aunque la hora de nuestra visita –apenas las 18:00 horas- nos exige prudencia en esta área, no son ni el Skybar de Bacardí, ni el Gin Tonic Bar de Schweppes, ni el Chivas Bar los que atraen nuestra atención, sino el Cóctel Bar en el que distinguimos a David González, barman de Shikku Izakaya, que nos ofrece un combinado de June y Ginger Ale refrescante y delicioso.

Evitamos, al menos de momento, la tentación de los postres, aunque en la distancia observamos las tapas dulces de Manuel Jara, con sus “Chocohamburguesas” como abanderadas de su propuesta para los más golosos. Llegamos a la denominada Calle del Jamón, en el que el concurrido espacio de 5 Jotas es de los más concurridos. Visitamos los de Andares de la Dehesa, Covap, Castro y González y Arturo Sánchez e Hijos, y coincidimos en una misma conclusión. El jamón de bellota continúa siendo una de las grandes estrellas de la gastronomía española, un producto al que es realmente complicado hacerle sombra.

Nos centramos ahora en la plazoleta dedicada a la comunidad invitada, Euskadi. Aunque la oferta es muy variada, nos decantamos por la de Senén González (Sagartoki, Vitoria) y sus reconocidos pintxos de huevo frito y su tortilla de patata “Campeona de España 2010/ 2011”. Serán los últimos bocados de nuestra visita… el tiempo se nos ha echado encima y no podemos terminar nuestra estancia en Millesime sin asistir a al menos uno de sus talleres. Y asistimos a una interesante ponencia en el espacio “Cocinando con los maestros” en los que nos explican la preparación de unos Dim Sum de cigala al vapor.

Prácticamente sin darnos cuenta, llegamos ya al final de nuestra visita. Tres horas después, coincidimos en resaltar el gran “momento de forma” que vive nuestra gastronomía. Sin duda, un motivo de esperanza para un sector que, año tras año, se confirma como motor de la economía de nuestro país.