Sin renunciar a los fogones más tradicionales, el nuevo equipo de Mares de Finisterre celebra su primer aniversario con una carta renovada y una nueva decoración.

Con la calidad como bandera, abren la puerta de una de las mejores despensas del mundo, la de la tierra de la que toman el nombre: Finisterre, finis terrae para los romanos. Aquellos romanos que, sin duda temerosos, se asomaban al acantilado de ese inmenso mar del fin del mundo para verle engullir cada ocaso el sol. Dicen -decían- que más allá de esas aguas no hay sino simas pobladas por temibles criaturas marinas, donde el astro rey se apaga cada noche. Casi dos mil doscientos años después ese océano ignoto, esa costa traicionera para los marineros sigue albergando misterios pero, sobre todo, continúa poseyendo una de las biodiversidades más ricas de nuestro litoral. Las frías aguas que rodean Finisterre ponen a nuestra disposición los mejores pescados y mariscos del país.

Mares de Finisterre los trae frescos cada día y los dispone, para el comensal que busca el producto de la más alta calidad, en los diferentes espacios que conforman el local de Marqués de Cubas 18. Desde la misma barra que nos recibe a la entrada, pasando por el gastrobar y acabando en la sala principal, blancos impolutos y azules marineros se turnan hoy luminosos en las otrora ocres paredes.

La posibilidad de poder degustar todo el sabor de Galicia en forma de raciones, medias raciones y tapas de manera informal es una de las novedades de la carta de la zona Gastrobar, especialmente pensada para las ocasiones más desenfadadas. Los tradicionales pulpo a feira, croquetas y empanadas caseras o los inevitables pimientos de Padrón constituyen aquí la esencia de una buena charla entre Albariños.

Para comidas más reposadas, la carta de la Sala nos ofrece, sin renunciar a la autenticidad del genuino producto gallego, a sus guisos de cuchara o a sus deliciosos bivalvos, sorpresas como las albóndigas de mar en salsa de montaña, el guiso de chopo de mi abuela Adela o las croquetas de ¨depende¨.

De entre los pescados, ocupa un puesto de honor el rodaballo salvaje, que se prepara en plancha u horno al gusto del cliente, y como Galicia no sólo es mar, el apartado de carnes también tiene su peso y amplitud suficiente para incluir desde vaca, porco o rabo de toro a la auténtica ternera gallega con Denominación de Origen en tres cortes distintos -chuletón, entrecot o solomillo-, ofertas seguras para paladares más clásicos.

Para terminar, queso de tetilla y membrillo se antojan casi obligatorios en este rincón atlántico enclavado en pleno barrio de las Cortes, donde desde hace un año las olas de los mares de Finisterre parecen romper en Madrid.

Dirección: Calle Marqués de Cubas, 18, Madrid

Reservas: 91 429 18 99